¿La Responsabilidad Social es para todos?

¿Qué es Responsabilidad Social? ¿Es plantar árboles? ¿Es reciclar? ¿Las empresas lo hacen para ganar clientes o por convicción? ¿Es solamente para las grandes empresas?

Esto y mucho más he escuchado desde que hace 10 años decidí dedicarme a la Responsabilidad Social, algo tan amplio que a penas se puede definir en una oración.

De acuerdo con la ONU, Responsabilidad Social es la conciencia sobre el impacto que nuestras decisiones tendrán en la sociedad en el futuro. Así que basados en esta definición, me gustaría pensar que no; la Responsabilidad Social no es exclusiva de las grandes empresas. Todas y todos tenemos un pequeño compromiso por abonar a que el impacto de nuestras acciones genere el mayor bien posible, afectando menos a las generaciones futuras.

Es lógico que en una sociedad como la nuestra siempre habrá un impacto hacia el medio ambiente y hacia la sociedad; pero podemos buscar que este sea el menor posible. Ahora,  si además de esto buscamos innovar en soluciones que mitiguen el impacto negativo, tendremos un mejor futuro. Y es aquí en gran parte donde entran las empresas.

¿Por qué es tan importante exigir a las empresas que adopten prácticas de Responsabilidad Social?

Porque son precisamente las empresas quienes tienen un mayor poder de mover la aguja, ya que es donde se gastan más recursos.

En México una persona gasta en promedio 380 litros de agua al día, lo que equivale al agua gastada para generar 1 litro de cerveza. Mientras que la elaboración de un par de jeans usa 7 mil litros de agua y la producción de un coche 148,000 litros de agua, mucho más del consumo anual por persona. ¿Entonces, dónde hay más oportunidades de mejora  que permitan reducir el impacto medioambiental?

Y lo mismo pasa con el impacto social y el daño que en ocasiones se causa indirectamente a la comunidad donde se encuentran las fábricas y empresa.

Es por esto que las prácticas de Responsabilidad Social son necesarias, sobre todo cuando se elige algo acorde a la actividad realizada.

Ejemplo: Si dentro de  su producción la empresa tiene una enorme huella medioambiental, puede crear un programa de reforestación, además de instaurar políticas en los  procesos que reduzcan el uso de recursos naturales no renovables.

Si, por el contrario, la empresa es productora de agua embotellada; pero en la comunidad en la que se encuentra nota que las personas no tienen agua potable, podría implementar un programa de voluntariado para poner bebederos y filtros de agua en la comunidad.

Son aquellas empresas que se preocupan por su comunidad, lo mismo que por sus colaboradores, clientes e inversionistas, las que al final tendrán menos posibilidades de fracasar.

¿Y para las pymes?

Muchas pequeñas y medianas empresas creen que estas actividades son caras y por lo mismo exclusivo de las grandes empresas. Pero una Responsabilidad Social bien llevada nunca debe ser una carga económica para la empresa. Al contrario, después de un tiempo puede presentar un retorno de inversión.

En el caso de las microempresas, en estas puede que no se instauren programas tan grandes; pero pueden empezar con pequeñas acciones, como equipos de ahorro de energía, políticas paper-less, buscar consumir materiales locales, etc.

De hecho, en mi opinión, empezar desde el principio con una política de Responsabilidad Social puede ser más fácil que instaurarla cuando el negocio va más avanzado.

En conclusión, la Responsabilidad Social está en todo. Depende de nosotros girar la aguja para lograr un cambio real para esta y las siguientes generaciones.

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Verónica Mendoza

Tiene más de 6 años de experiencia en Responsabilidad Social; actualmente es Directora de Responsabilidad Social de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF). Maestra en Responsabilidad Social y Licenciada en Administración de Empresas.